RELACIONES LABORALES Y SINDICALES II
Hace un par de semanas hablaba en este blog sobre las relaciones laborales y sindicales. En esta ocasión enfoco el análisis en dos direcciones, en alguna medida vinculadas a las relaciones sindicales y a los costes laborales; en todo caso, insisto en que es continuación o complemento de la aportación anterior.
e) BILBAO FESTIVOS: CIERRE, PORQUE SÍ.– Introduzco este tema en el análisis porque también es una cuestión que nos afecta (aunque solo sea a algunas concretas áreas de Bilbao): el cierre del Comercio en festivos es un hecho que incide perjudicialmente en nuestro sector. Cualquiera puede entender que no exista mercado suficiente para que todo el Comercio abra pero, sin duda, el que se hiciera en algunas zonas concretas, podría significar una reactivación económica y un atractivo para quien nos visita: la llegada del AVE acercará a nuestra ciudad a miles de personas de fin de semana que se encontrarán con un comercio desaparecido. En todo caso, siempre debería prevalecer la libertad de cada titular a organizar su empresa.
Añado, en primer lugar, que estamos ante un tema en el que falta valentía, claridad y honradez en su análisis: estamos ante una historia de celos…, de envidia…, aunque no se quiere que estos sentimientos se perciban ya que a lo que probablemente aspiran ciertos colectivos del comercio es a que no puedan abrir las grandes superficies y comercios de cierta dimensión (y a los que cualquiera puede poner nombre y apellidos).
A partir de ahí, asistimos al teatro de la confusión en el que los sindicatos se preocupan por el bienestar de las empresas (según ellos dicen), al afirmar que “es mejor que no abran en festivos porque no hay actividad económica suficiente para que sea viable”: ¡pero qué ganas tienen de administrarnos…!. Tanta generosidad y preocupación me abruma: si no hay actividad, podrían refocilarse con el placer de que se hundan al elegir abrir en festivos. Nuestros sindicatos aspiran a que cierre el comercio hasta los sábados a la tarde, lo cual ya da una idea de su forma de entender la libertad de empresa. Hay colectivos de autónomos que no apoyan esto último, porque ellos también abren los sábados a la tarde, pero que nadie se atreva a abrir en domingos o festivos (bueno, nadie de los que ellos saben y yo me callo).
En este tema, en definitiva, algunos comerciantes por un motivo y los sindicatos por otro, (unidos), se permiten cuestionar el estado de derecho. Fíjense la maldad que subyace en la conducta de los titulares del comercio que se solidarizan con la posición sindical: en el fondo no dicen que no se abra en festivos, pues ya hay establecimientos de cierta dimensión que abren en el centro o periferia; lo que intentan es impedir que abran otros concretos establecimientos; y con esto perjudican el que, en ciertas zonas podría mostrarse una ciudad más abierta a los visitantes.
En resumen, existe una legislación que permitiría la apertura -de momento sólo en determinadas fechas-, pero ni esto se puede aplicar, simple y sencillamente por la violencia que utilizan las centrales sindicales: Si un establecimiento se atreviera a abrir, podría verse afectado por agresiones y destrozos de bienes propios, sabiendo que tales conductas van a quedar absolutamente impunes porque para eso están los exquisitos jueces que configuran el estamento judicial con sentencias memorables.
Respecto a los sindicatos, ¿qué se puede añadir?: su objetivo es administrarnos sin riesgo (propio)…: “no abras porque no tendrás actividad, pero por si acaso la consigues tener, aquí estamos nosotros para impedir que abras”, a través de la información, persuasión o de lo que haga falta. No vale de nada el alegar que esa apertura puede significar alguna contratación laboral, mejor imagen de ciudad…; no vale alegar que en miles de municipios del estado se abre en festivos…, ellos son los administradores que se preocupan de nuestro bienestar y, si es necesario, nos castigarán conscientes de que el estamento judicial no nos va a proteger; y conscientes de la inacción institucional. Son administradores (nuestros) sin riesgo: nosotros -las empresas- ponemos el cuerpo, y ellos nos administran los ingresos…. No sé a qué me recuerda esto; bueno, lo sé, pero me abstengo de decirlo.
f) MEDIDAS DE APOYO AL EMPLEO.- Otro tema complejo, y sobre el que también quiero transmitir mi opinión:
Me parece injusto que se hable de medidas de fomento de empleo para los jóvenes…, personalmente me preocupa muchísimo más quienes se hallan en situación de paro con más de 50 años de edad.
Considero inadecuadas las ayudas tipo 300 €/mes o incentivos de otro tipo para nuevas contrataciones. La auténtica ayuda a las empresas podría constituirlo el hecho de reducir sus costes laborales: discriminar negativamente el coste laboral de las empresas que han subsistido a la crisis, es como mínimo injusto.
La disminución general de costes es lo que haría a las empresas (que estén en condiciones de hacerlo), el animarse a contratar e incorporar personas a su plantilla; e incluso se evitarían fraudes nacidos de ciertas normativas, que incluso, cuando se quiere cumplir, son prácticamente inasumibles. En este sentido, el Gobierno, con amplio eco mediático, anuncia permanentes iniciativas, pero el problema es que, al final, nadie controla la utilidad real de las mismas.
En esta entrada no pretendo valorar las políticas sociales y laborales del estado, pero he querido incidir en lo injusto que resulta no apoyar a quien ha sido capaz de sobrevivir a esta crisis, al tiempo que se prima o favorece la llegada de nuevas iniciativas, incluso a mercados saturados. Y aunque no quiero valorar esas políticas sociales y de empleo, sí que finalizaré con un mensaje: a pesar de que es muy mejorable todo lo que se ha hecho, creo que habrá mucho agnóstico, mucho sindicato y mucho político que estará rezando (y temblando) ante la posibilidad de que por la recuperación de la economía, el paro pueda reducirse en cuantía considerable antes de las próximas elecciones generales. ¡Aunque siempre quedará el recurso de mencionar la corrupción!. Vista la resistencia de las empresas a una época tan hostil, qué pena que como vasallos no tengamos mejores señores.
Ángel T. Gago
Secretario General Ejecutivo