Comentarios hosteleros: Adiós a los grandes clásicos
Estos días nos hemos levantado con una desilusión que no ha gustado a nadie, me refiero al cierre de la Cafetería La Granja.
Este local, sin duda emblemático, ha suspendido su actividad lo que supone un entierro más, y llevamos unos cuantos, del modelo de gran formato de Cafetería con comidas, cenas, espectáculo, e incluso discoteca en días señalados.
Los síntomas eran evidentes, como diría un buen amigo: «A todos estos que se quejan les preguntaría cuantas veces han entrado a tomar algo en el último año.» Es verdad, estos locales grandes de poderosas instalaciones para dar cabida y atender a gran cantidad de clientes, han dejado de ser rentables.
Si me preguntas las razones, así a golpe pronto se me ocurren varias:
– El fuerte consumo de energía, con el consecuente desembolso mensual en crecimiento.
– La necesaria mano de obra para mover, mantener, y atender esa gran instalación.
– La edad, muchas veces desde la adolescencia, de los trabajadores que han hecho su vida trabajando en ese local, con el superior gasto para la empresa de esos empleados, hasta de un 30%.
– La, en demasiadas ocasiones, falta de cintura por parte de los asalariados que se encuentra la Dirección para adecuar el ritmo de trabajo a los nuevos formatos de ocio y divertimento.
– La exigencia, muchas veces por parte del cliente de más edad, en la atención y el servicio cercano. Eso sí, pagando cantidades de calle, no de servicio esmerado, me refiero a ser despachado inmediatamente, y atendido en cualquiera de los espacios del local, sea interior o exterior.
– La presencia, me refiero a vestimenta formal, de apostura aseada y blanca.
– La puesta en escena, adecuada y limpia en cada momento.
– La luz y temperatura, fresco en verano y calentito en invierno.
– La atención formal y cercana de los representantes de más rango de la organización dirigiéndose a los clientes con amabilidad y muchas veces por su nombre.
– La instalaciones, muchas veces antiguas y artísticas, que suponen un coste mucho mayor ante cualquier obra, máquina, o adecuación para actualizar las herramientas de trabajo.
– La imposibilidad, espacios protegidos, de cambios para el mejor desarrollo de la actividad hostelera.
– La historia, antigüedad, del local que obliga en muchos casos a seguir con costumbres que gustaría cambiar y que no se pude por diversas razones.
– La imposibilidad de buscar soluciones para rentabilizar el negocio ante el enorme esfuerzo económico inasumible para la empresa.
– La imposibilidad de dar una salida comercial al local por normativa municipal de » Local protegido » que impide dedicarlo a otra actividad económica. Creo que este no es el caso, pero si hay otros locales.
– La creencia, muchas veces por desconocimiento, de que en ese formato de local solo van personas mayores como si fuese un geriátrico en la hora del recreo. Todos conocemos la siguiente aseveración: «La edad hace que las personas sean más sabias», contra el sol, la sombra. contra en frío, calor, El achicharrarte es de jóvenes y el pasar frío para lucir, también.
– La profesionalidad que demuestran los trabajadores «De toda la vida», queda patente en muchos detalles de educación y comportamiento, «Saber estar», que lo dan «Las tablas», es decir, las horas pasadas atendiendo clientes.
Todo esto y mucho más queda eclipsado por los nuevos formatos. La ley del tabaco ha traído que bebamos en la calle, que nos sentemos en las terrazas en invierno y verano, que nos llevemos nosotros las consumiciones, las devolvamos al interior, que nos guste, y que valoremos más la presencia agradable de un joven que nos atienda, en muchos casos como Dios le dio a entender sin pensar que los vinos blancos se sirven fríos, y con una sonrisa si la juventud que nos ha atendido es hermosa.
Lo siento, no va a quedar ninguno, luego diremos: » Se nos han ido Los Grandes Cafés de solera de nuestra Villa»…como Los Abuelos.
Quedarán locales más pequeños, peor atendidos y de menor gasto…como los bancos.
Boni García
Hostelero